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Krasna fue un pueblo fundado en 1814 por colonos alemanes del Palatinado, Sarre, Alsacia, Baden y Wurtemberg en el sur de Rusia, en la provincia de Bessarabia. Los habitantes de Krasna vivieron entre gentes de naciones de Europa del Este durante 126 años. Durante todo este tiempo, han cultivado y conservado su propia cultura. En 1940, en el curso de la división de intereses entre Hitler y Stalin, fueron reasentados en Prusia Occidental (hoy en Polonia), que tuvieron que abandonar de nuevo hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, a principios de 1945, huyendo del Ejército Rojo. La mayoría huyó a Alemania Occidental, algunos se quedaron en lo que más tarde se convertiría en la RDA. Muchos de la última generación de los nacidos en Krasna se establecieron en el norte de Renania-Palatinado, no muy lejos de sus regiones de emigración originales. En cierto sentido, el círculo se ha cerrado. La Krasna alemana ya no existe. Hoy el lugar se llama Krasnoe, sus habitantes son predominantemente moldavos y ucranianos.
A continuación, se trazará la historia del pueblo. Se intentará describir las circunstancias tal y como fueron. El relato se basa en información filtrada de fuentes muy diversas. Gran parte de la información fue recopilada por otros antes que yo en relatos individuales (véanse las notas en el texto). Sólo sobre esta base ha sido posible abordar el presente trabajo. Algunas cosas tienen que permanecer en la oscuridad porque (hasta ahora) falta documentación suficiente. Estaría bien que las personas que aún dispongan de material auténtico lo pusieran a disposición. Así se podría perfeccionar aún más la imagen de Krasna.
Las fotos pueden ilustrar muchas cosas mejor que las palabras. Por eso he incluido varias fotografías en el texto, aunque su calidad no suele ser abrumadora. En muchos casos son copias de fotos de antiguos calendarios o libros. Las fotos de propiedad privada han pasado por reajustes y huidas, lo que se aprecia en muchas de ellas.
Quiero dar las gracias a todos los que han contribuido a esta crónica, especialmente a
Debo mucha información a antiguos residentes de Krasna (no puedo enumerar todos sus nombres en detalle) que me dieron valiosa información en conversaciones.
Por último, pero no por ello menos importante, quiero dar las gracias a mi esposa Maria, que me ha mostrado mucha consideración durante todo el tiempo en que he dejado otras cosas en suspenso por el trabajo en la Crónica de Krasna.