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Como material de construcción de las casas se utilizaban piedras naturales extraídas en canteras o ladrillos de arcilla secados al sol.
Eduard Ruscheinsky dice: “Al principio, en los cimientos, las casas estaban estampadas o construidas con ladrillos de barro (Patzen) y techadas con caña”. Pero incluso más tarde, las viviendas rara vez eran de piedra natural en su totalidad. Los cimientos solían ser de piedra, al igual que las esquinas de las casas. Como la piedra era cara, el resto de los muros se construían con ladrillos de barro secados al aire (Lehmbatzen). Estas casas eran bastante duraderas.
Se enlucían por dentro y por fuera con una mezcla de arena y cal o de arcilla y cal. Para los establos y otros edificios agrícolas se utilizaba un compuesto algo más barato de arcilla y paja fina. Los edificios se encalaban siempre. Todos los años se “encalaban” (enjalbegaban) de nuevo las paredes y, más a menudo, las casas, normalmente en Pentecostés. Para ello se utilizaba cal fina2). Este material también se utilizaba para los interiores, añadiendo el color deseado. Para puertas y ventanas se utilizaban pinturas al óleo o barniz.
La construcción de los edificios agrícolas era similar a la de las viviendas, aunque más sencilla. Los colonos solían construirlas ellos mismos, a menudo con la ayuda de vecinos y parientes.
Los albañiles eran en su mayoría rusos o búlgaros. Procedían de los pueblos búlgaros o rusos de los alrededores. La construcción de los tejados de madera corría a cargo principalmente de búlgaros. En la propia Krasna había carpinteros y ebanistas.
En Bessarabia no había ni leña ni carbón. Por lo tanto, había que arreglárselas de otra manera. El Konversationslexikon de Meyer de 1890 afirma: “Pero esto (el Budschak) carece por completo de arbustos, y las cañas y el estiércol junto con la peculiar hierba esteparia (Burian) forman el único medio de fuego”. Incluso en el siglo XX, la calefacción se seguía haciendo con paja, tallos secos de maíz y estiércol.
Max Riehl recuerda: “Todas las partes de las plantas que no servían para alimentar a los animales se utilizaban como combustible. El estiércol producido por el ganado se amontonaba en un estercolero durante todo el año, donde se pudría hasta formar una masa lardosa. A principios de la primavera, esta masa se extendía en la era de manera que, después de rodarla, formaba una capa sólida de 10-15 cm de grosor; se dejaba secar durante unos días. A continuación, el conjunto se cortaba en trozos cuadrados de unos 25×25 cm con una pala afilada o, mejor, con un cortador de paja/heno afilado. Estos cubos se colocaron de punta para que se secaran. Una vez secos, los trozos se apilaban unos sobre otros para formar grandes “torres”. De este modo podían almacenarse durante varios años sin perder su valor calorífico. El valor calorífico del estiércol estaba sujeto a grandes fluctuaciones; dependía de la proporción de paja y del grado de putrefacción. Los colonos alemanes habían copiado este método de producción de combustible de los tártaros que vivían en Bessarabia cuando llegaron.”
Todos estos materiales de calefacción provocaban suciedad y debían llevarse a los hornos en grandes cantidades debido a su bajo poder calorífico. Además, había que retirar las cenizas.